27 marzo 2013

El amor de Cristo

Introducción.
 Fue la magnitud inmensa del amor de Dios, lo que conmovió a Jesucristo, El Hijo de Dios, en lo más profundo de su corazón, para dejar su posición en el trono de Dios, para humillarse a la naturaleza de hombre y aún peor hacerse pecado por nosotros, tomando toda nuestra culpa y nuestra condena, hasta la misma muerte, separandose de esta manera de la unidad con Dios Padre y renunciando por un instante a su eterno poder y deidad.
Es su eterno amor para con nosotros sus escogidos, lo que determino su decisión de hacerse hombre, naciendo de una mujer, la virgen María, para luego por este mismo amor, tomar nuestro lugar en la silla del juicio por nuestro pecado y tomar de esta forma nuestra condena a muerte que pesaba sobre nosotros, para luego resucitar de entre los muertos y de esta forma darnos también vida, todo esto lo hizo Jesucristo, solo por su gran amor con que nos amó.
En este pequeño artículo quisiera tratar algunos pocos aspectos de lo que significa para mí, para mi vida, para mi ministerio, para mi familia , el amor de Cristo. 
He encontrado en texto bíblico, que al examinarlo conmovió mi corazón y que deso compartirlo:

2da. de Corintios 5:14-21 
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
¿Qué es el amor de Cristo?
Quisiera llegar a tú  con esta pregunta: ¿Has experimentado en verdad en su vida el verdadero amor de Cristo? Y pregunto esto ya que este es el punto de partida de este pequeño artículo.
La gran mayoría de nosotros en lo natural hemos experimentado el amor de muchas maneras: Primeramente de bebes, experimentamos el amor de nuestros padres. Dicen los entendidos que no hay amor más parecido al de Dios que el amor de una madre. En lo natural fuimos formados como bebes en su vientre, después de nuestro nacimiento ellas nos amamantaron y cuidaron dándonos sus tiernas caricias, hablándonos palabras tiernas. A medida que crecíamos juntos con nuestros padres nos alimentaron, enseñaron, nos formaron, nos guiaron a través  de nuestra infancia y juventud hasta convertirnos en hombres y mujeres responsables en medio de nuestra familia y sociedad. Ya de adultos siguen y seguirán siendo nuestros amados padres a quienes debemos respeto y reconocimiento por lo que somos. Ellos nunca jamás dejaran de ser nuestros amados padres y nosotros para ellos sus amados hijos, tengamos los años que tengamos.
Experimentamos el amor también por medio de nuestros amigos. Al despuntar nuestra infancia ya teníamos amigos, siempre fue así; todavía me recuerdos los nombres de muchos de ellos. A través  de la juventud esto tomo aún más importancia, principalmente cunado nuestro pubertad comenzó y comenzamos a conocer el significado del corazón símbolo indiscutible del amor, allí descubrimos de repente que habían mejores amigos y todavía un amor más profundo el amor hacia un chico o una chica especial que llenaría nuestro tiempo y nuestras expectativas cada día. Pasado el tiempo esos chicos y chicas se convertirían en nuestros esposos y esposas, por medio de los cuales también recibimos indudablemente expresiones de amor.
Mas, que es el amor de Cristo? No podríamos hablar de esto, si nosotros así como en lo natural no hemos experimentado un nacimiento espiritual, un nuevo nacimiento, un nacimiento como bien dice el mismo Jesucristo: “del agua (Cristo) y del Espíritu. (Espíritu Santo).” Si en verdad hemos nacido en Cristo, así como conocemos del dolor de nuestra madre desde el mismo momento que quedó embarazada, durante este tiempo y principalmente en el momento de nuestro alumbramiento, también podremos entender del amor de Cristo para darnos vida nueva en Él. Pero El amor de Cristo va mucho más que esto, es mucho más complejo poder entender de su gran amor.
Pensemos esto nuestra madre a través de esos 9 meses  en los cuales nos tuvo en su vientre, sabía que estábamos vivos dentro de ella y que un día nos tendría en sus brazos para darnos de su amor y recibir nuestra ternura y sonrisa. Co nuestro Cristo no fue así ya que en realidad estábamos muertos, hediondos en nuestros delitos y pecados y en cambio de ser de alegría como lo éramos para nuestras madres, para Cristo, éramos sus enemigos ya que estábamos enemistados con él.
Desde el mimo instante de nuestro engendramiento, se estableció un cordón umbilical de comunicación tanto en lo físico como en lo emocional con nuestras madres, con nuestro nacimiento este cordón umbilical físico se rompe dando inicio a uno invisible de por vida, una relación de amor mutua. Ellas nos amaron primero y nosotros respondíamos a su amor con amor de hijos. Ya de adultos es este amor que nuestras madres nos entregaros el que nos obliga a amarlas, respetarlas y honrarlas por lo que son. Mi madre dice: “Amor con amor se paga”.
En nuestro ser espiritual pasó y sigue pasando algo similar: Dios nos amó primero dándonos vida de su misma vida, de su mismo aliento. Luego que nosotros por iniciativa propia caímos muertos espiritualmente, vuelve Dios  a manifestarnos su eterno amor, nos entrega la vida de su amado hijo Jesucristo, para darnos vida nuevamente y establecer una nueva relación de hijos.
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. ¿Y cómo fue que nos amó? Entregándose así mismo por nosotros para darnos vida, para reconciliarnos consigo mismo.
EL amor de Cristo nos constriñe.
Constreñir significa: Obligar, impulsar, atraer poderosamente.
Esto es lo que el amor de Cristo hace con nosotros cuando somos verdaderamente consientes de él. Es decir, cuando pensamos en el amor de cristo y su gran significado en nuestras vidas, este amor, nos obliga, nos impulsa, nos atrae poderosamente a amar a Cristo.
La muerte de Cristo:
Siguiendo con nuestro ejemplo del amor maternal en lo natural, pregunto lo siguiente: ¿Que hubiese sido si nuestra madre muere para darnos vida? Si ella sabía que tendría que escoger entre morir ella o morir nosotros en el momento del nacimiento, mas ella escoge morir para darnos vida. ¿La amaríamos con un amor más intenso? Yo creo que la respuesta seguramente es muy afirmativa, aunque nos hubiéremos perdido de su amor como madres, ya que ellas no hubieran resucitado al tercer día como Cristo si lo hizo.
Cuando nuestro texto afirma: “pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
¿En verdad que tanto hemos pensado en cuanto a la razón por la que murió Cristo? ¿Qué tan consientes somos de este hecho trascendental para nuestra vida?
Jesucristo, El Hijo de Dios, no necesitaba , ni siquiera de venir como hombre a la tierra. Sin embargo él se rebaja de su posición como Dios para convertirse en hombre como nosotros , mas sin pecado. Luego sin que nadie le ordenara ni siquiera El Padre, toma la decisión de tomar nuestro lugar y pagar la deuda de pecado que teníamos tú y yo delante de Dios. ¿Porque lo haría de esta forma? Su santa palabra lo responde una y otra vez: Solo por amor a ti y a mí, solo por amor a sus escogidos caídos en Adán.
Quisiera hacer énfasis en este “si” afirmativo y condicional que este hermoso texto nos enseña. Si uno, murió por todos, entonces en verdad todos los que teníamos que morir morimos en El, el tomo en verdad para si la muerte que nos correspondía.
Ahora te pregunto: ¿vives tú en verdad? ¿Estás viviendo o solo existes? . Los que vivimos en verdad, hemos recibido esta vida de la misma vida de Cristo. El recito y en el resucitamos nosotros. La vida nueva que hemos recibido de Cristo, es una vida diferente, es de la misma esencia de vida de Él, es así como cuando el soplo vida del aliento de su boca sobre Adán aquella primera vez. Él vive en nosotros y nosotros vivimos en él.
Siguiendo nuestro texto, encontramos la palabra “para”, esta significa, un propósito, con una razón de ser, con una meta, y esa meta es que los que vivimos, ya no vivamos para nosotros, sino para aquel que murió y resucito por nosotros, es decir Jesucristo, rey de reyes y Señor de Señores, por esta razón afirma aquí la palabra es que el hiso su obra vicaria:” para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”  
Nuestra forma de ver y conocer correcta.
“De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.”
Hay dos afirmaciones en este texto: Lo primero es que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne, ¿qué significa en verdad esto? Nosotros todos por naturaleza llevamos o damos un fruto y por este fruto seremos conocidos. Podemos dar frutos de la carne si actuamos y funcionamos en la carne, esto incluye nuestros sentimientos; más estamos llamados a dar frutos espirituales funcionando en el espíritu, que es verdaderamente lo que somos, después de haber recibido vida espiritual en Cristo, resucitados con Él. La palabra nos ordena que ya no nos miremos, ni nos juzguemos, ni nos conozcamos en los frutos de la carne, ya que si estamos ocupados de estos esto será lo que veremos más repetidamente.
En Filipenses 4:8 nos instruye así la palabra: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Cuando comenzamos a vernos en nuestros errores, en nuestras fallas, nos estamos conociendo en la carne y esto para nada aprovecha.
Lo segundo que nos indica la santa palabra es que: si aún a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. ¿Qué significa esto? A Cristo lo vimos como Isaías 53 nos describe: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”
Parece ser que Dios sabiendo que muchos nos podríamos solo quedar con este recuero de Jesucristo, nos ordena aquí en su palabra, que ya no le conozcamos mas así. No tenemos que quedarnos en esa cruz viéndolo muerto, ya que El resucito al tercer día, ya que él está sentado victorioso a la derecha del padre en su trono de gloria. Así es que tenemos que nosotros conocerle cada día, no como derrotado, sino  como victorioso, como Dios poderoso, quien El que fue, Él es y El que será. Si traemos a nuestra memoria su  sufrimiento y muerte es por razón de nosotros, y esto lo hizo, para sacarnos de muerte a vida.
Nuevas Criaturas.
Un nuevo condicional afirmativo encontramos en nuestro texto: “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” ¿Estamos en Cristo verdaderamente? ¿Vivimos en verdad en Él?. Entonces así debemos considerarnos , como nuevas criaturas.
La vieja vida nuestra, murió allí en la cruz, así lo afirma Romanos 6:6-8 “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él” En esa Cruz, nuestra vieja creación de pecado fue muerta y sepultada y así lo debemos de considerar. Cuando nacimos de nuevo, nacimos como nuevas criaturas, no es como viejas criaturas trasformadas o modificadas, no, ya que si así fuera estas cosas viejas, seguirían con vida en nosotros y la palabra dice que esta viaja vida murió en Cristo y que en la resurrección de Cristo tomamos nueva vida en Él. Esta vieja creación no se refiere a nuestro cuerpo natural, se refiere, es la forma de vida que teníamos antes de morir y resucitar en Cristo, en donde nos deleitábamos en el pecado, así como el cerdo se deleita revolcándose en el fango, esta es la vieja creación que murió allí en la cruz. Para muchos es difícil de entender esta verdad, ya que nuestro cuerpo mortal sigue siendo el mismo, nuestras arrugas, canas, etc. siguen ahí mismo, sin embargo tenemos que saber que nuestro cuerpo natural recibido de nuestros padres, es apenas el forro de la nueva vida, la nueva vida está allí adentro y esta producirá frutos de vida, frutos espirituales y duraderos para la gloria de Dios.
Todo es obra de Dios.
Todo esto proviene de Dios, continuo agregando la santa palabra. En Adán nos habíamos enemistado con Dios y seguíamos siendo enemigos de Dios, es decir rompimos nuestra relación con él,  con nuestras faltas y conducta, le volteamos la espalda Dios y comenzamos a vivir haciendo nuestra propia voluntad, de acuerdo a nuestra naturaleza adámica es decir en nuestra carne y alma como dice Efesios 2:1-3.
Allí mismo en Efesios 2:4-8 dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”
Fue Dios quien tomo la iniciativa de reconciliarnos con El, nosotros no podíamos, ni estábamos capacitados para hacerlo ya que estábamos muertos espiritualmente.
Es su amado hijo Jesucristo quien por amor a nosotros toma la iniciativa de reconciliarnos con Dios Padre, Él lo hiso todo completo y dice allí la palabra que nos dio el ministerio de la reconciliación, quien también nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Quisiera llegar a quienes leen este tratado con un grito de lo más profundo de mi ser, con un clamor en mi corazón:  ¡Oh! hermano amado, si estas aún enemistado con Dios, reconcíliate con El. Él no está esperando por ti para castigarte, él está allí como ese Padre amoroso esperando por sus hijos para colocarnos en el lugar que como hijos nos pertenece. Reconcíliate tu amado hermano, tu que estás viviendo en tu propia voluntad, alejado de la casa de tu amado Padre, tu que peleándote con él, le has vuelto la espalda  ignorando lo que el hizo por ti. Recuerda que en el tienes vida y todos los derechos que como hijo te pertenecen. Ya no andes mas a la deriva como huyendo de la casa de tu padre, Él te está llamando hoy vuelve a casa, ven hijo te estoy esperando con mis brazos abiertos, quiero cubrirte, limpiarte, llenarte de mi amor, y colocarte en el puesto de hijo que siempre te ha pertenecido. Hoy es el día, no esperes más.

04 marzo 2013

La elección de Dios 3ra.parte

Romanos 9
Introducción.
Al comenzar esta tercera parte de esta hermosa verdad de la palabra de Dios, nos concentraremos en esta  poderosa carta a los Romanos, la cual está llena de revelación a nuestras vidas, tanto en forma personal como como iglesia de Jesucristo. Es notorio resaltar que en esta carta nos habla de un pueblo, el Judío, para luego trasladarse a la soberanía de Dios atreves de varias preguntas relacionadas ya no solo con este pueblo escogido por Dios, sino con su santa iglesia, cuando afirma que el llamado es también para nosotros , so solo para los judíos.
 Romanos 9:9-26
“Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor.  Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú aborrecí. ¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”
La promesa de Dios.
“Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo”. Esta es la promesa de Dios, dada a una pareja escogida por él, Abraham y Sara, sacada de su parentela, llamada por El mismo con un propósito especial: De ellos vendría no solamente Israel sino la misma simiente de la promesa, Jesucristo nuestro redentor. Cuando leemos la promesa y la vemos desde el punto de vista puramente natural, y si esta fuera ahora mismo en medio de nosotros, esto sería completamente imposible, ellos eran ya viejos y aparte de esto Sara era estéril. Más si lo vemos desde los ojos de Dios, ¿Qué es imposible para el?. Es así que Sara concibe de nuestro padre Abraham y tienen un hijo, Isaac, como lo prometió Dios. El hijo de la promesa vienen solo por este medios: hijo dado solo por la gracia y la misericordia de Dios y no por ningún otro método como ellos mismos lo intentaron  saliendo como resultado el no escogido Ismael.
Si continuamos escudriñando en la santa palabra, encontraremos que todo comenzó por Dios quien es quien escoge, quien predestina (crear con un propósito previo), quien llama, quien justifica y quien glorifica. De esta forma Dios escoge, separa a Abraham de su parentela, con un propósito plenamente determinado por el mismo, de él saldrán naciones que servirán y amaran a Dios. (nosotros, como iglesia de Jesucristo, incluidos como hijos de fe).
El propósito de Dios conforme a la elección.
El método del hombre en cuanto a la elección está establecido de acuerdo a sus obras, este usa criterios bien claros, cuando se trata de elegir: si es en lo militar es por disciplina y eficiencia, si es en lo deportivo es por prestación y capacidad, si es en lo académico es por disciplina y calificaciones, en fin en el medio que sea, el hombre es escogido, por sus propias obras, sus propios meritos o atributos. Asi mismo vemos que estas personas son elegidas para tener un privilegio o autoridad sobre otras.
El método de Dios es todo lo contrario. El escogió lo vil del mundo, lo necio del mundo. Dios usa a hombres y mujeres que son lo suficientemente frágiles como para apoyarse en Él. Dios todo poderoso, todo soberano, elige como él quiere, más él elige conforme a su propósito.En el siguiente verso, podemos leer com Dios escoge de acuerdo a su santo propósito. De Isaac nacerian dos hijos Esaú y Jacob. Dios habla así en su palabra en cuanto a su elección, en cuanto a su santo proposito con la vida de estos dos hermanitos: “pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama”.
En esta verdad bíblica la palabra nos enseña que Dios elige con un propósito y que este propósito es permanente, invariable, el hombre no lo puede cambiar, ya está dictado por Dios y así permanecerá. En la enseñanza bíblica, encontramos también un buen número de preguntas y respuestas que el mismo Dios hace, sabiendo que seguramente vendrían hombres, que como Pelagio, Arminio y sus seguidores enseñarían erróneamente engañando a muchos, que aún hoy los siguen, ignorando intencionalmente la sana doctrina en cuanto a esta doctrina de la elección divina. Ellos enseñan en su  falsa teoría del “Libre albedrio del hombre”, que es el hombre quien elige recibir o rechazar a Dios, que Jesucristo llega al hombre como suplicándole que reciba la salvación de su alma que Él ofrece, pero que en definitiva es solamente el hombre en su libre albedrio quien toma la decisión en aceptarla o rechazarla.

En esta santa escritura Dios mismo se encarga de aclarar: Él es quien elige, y su santa elección, no es de acuerdo  a las obras de ninguno, sino de acuerdo a su santo propósito. Así que esta falacia queda despedazada y desmentida por la misma palabra de Dios. Ella nos enseña que estos dos hijos de Isaac, no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, posteriormente nos afirma claramente que Dios tiene un orden y que este orden permanece, es Él quien dicta, quien elige con propósito, quien pone las reglas y el criterio para determinar a quien elige o a quien no elige. Que claro enseña aquí la escritura, que no es por obras, que las obras significan cero, nada delante de Dios cuando se trata de a quien Él elige. Dos bebes aun en el vientre de su madre, ni siquiera habían nacido, por lo tanto no habían hecho nada, absolutamente nada, ni bien ni mal, para que Dios mismo tomara una decisión a cuál de ellos había elegido, y luego complementa: “no por las obras sino por el que llama”.
¿Quién es el que llama?, ¿será la voz de la conciencia de algún hombre muerto en sus delitos y pecados? O ¿será la voz de algún sabio en su sabiduría? De ninguna manera, el único que llama es nuestro Dios, no hay nadie más quien pueda llamar, Él se reservó este derecho, El elige, predestina, llama, justifica y glorifica, esto solo y solo él lo puede hacer, duélale a quien le duela.
Recordemos que el hombre después de la caída en el huerto del edén, quedo muerto, totalmente incapacitado para buscar a Dios, totalmente pervertido, sin posibilidad alguna de buscar a Dios por sus propios medios o por propia iniciativa.
Es también notorio como Dios muestra su soberanía en este asunto de la elección. Dios hace como él quiere: La norma de la sociedad existente hasta este entonces era: El menor servirá al mayor, existía una primogenitura la cual así lo ordenaba, era el hijo mayor quien tenía todos los derechos, los demás hijos después del él, servían a su autoridad sin protestar, mas aquí Dios mismo con su autoridad, todo se vuelve al revés, como parados en la cabeza cuando Dios dice: “El mayor servirá al menor”. Esto a la vez nos enseña que en el reino de Dios en cuanto a la elección no hay norma establecida por el hombre que prevalezca. Así vemos que Dios llama con llamamiento santo a su servicio tanto a hijos mayores  como a menores sin distinción y entonces el mayor servirá al menor. Es así que encontramos pastores como hijos menores en una familia, pastoreando a sus hermanos mayores. Tampoco podemos decir que los primero que llegan a una iglesia son los más espirituales y por lo tanto los lideres, ya que no es por antigüedad, sino por el que llama, a veces los últimos serán los primeros y quien entiende a Dios, el mismo dice: “Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”, más bendito sea el Señor, es el quien tiene su suprema potestad, de él es la autoridad, él es quien dispone, de él es la soberanía. Gloria sea dada a su nombre, que sin ser más que simples hombre, no tuvo en cuenta nuestro pecado ni nuestra debilidad, escogiéndonos y llamándonos a su santo servicio para su gloria y alabanza.
A Jacob amé, más a Esaú aborrecí.
Que injusto, que absurdo suena esto a la lógica del hombre y su limitada justicia. Y digo que limitada justicia porque esto es lo que hacemos cuando se nos lee que Dios ama a Jacob y en cambio aborrece a Esaú. Muchos llegan inclusive a concluir: “Este no es el Dios de amor que yo conozco”,  juzgando a Dios de acuerdo a su propia y falsa justicia, ellos no alcanzan a entender la soberanía de Dios y mejor optan por ignorarla, haciendo caso omiso a su santa palabra. ¡Oh! Cuanto quisieran algunos de ellos que estas hermosas páginas de su santa palabra no existieran, para de esta forma poder tener algo de gloria para sí mismos quitándosela a Dios, cuanto quisieran borrar de la escritura esta poderosa doctrina de la elección divina, para ellos poder usurpar el puesto que Dios mismo se reservó en cuanto a este santo ministerio.
Que duro se hace cuando Dios en su santa soberanía decida a uno amar y al otro aborrecer.
A propósito del significado de aborrecer no es fácil de digerir: El verbo castellano está cargado de tonos emotivos y significa, algunas veces, abominar; otras, abandonar o dejar. En el aborrecer bíblico también entran estos diversos matices, y además, a veces, está preñado de ira, odio o mala voluntad hacia una situación o hacia una persona. Que duro se hace el solo pensar que Dios así como ama, también puede aborrecer, pero claro esto no es nada lógico al pensamiento lógico del hombre ya que él ha escucha solamente que Dios es amor, mas ignora que él también es soberano.
Las preguntas de Dios al hombre: ¿Qué, pues, diremos?
Es difícil cuando uno como ser imperfecto es llamado a cuentas. Recuerdo muy bien cuando mi padre me llamaba para preguntarme en cuanto a una decisión que el había tomado, pero que yo en mi orgullo me negaba a obedecer. Esto era muy difícil, ante todo cuando la pregunta era: ¿Qué dices tú de esto?
Se hace duro cunado nuestro poderoso Dios nos pregunta y ante todo cuando la pregunta es: ¿Qué nosotros diremos en cuanto a sus decisiones? El como Dios sabio, prevé que el hombre imperfecto vendrá con sus preguntas necias para tratar de ejercer su pobre justicia y de esta forma satisfacer su propio ego. Más Dios no se hace tardo para contestar estas necias preguntas del hombre.
¿Qué hay injusticia en Dios?
¿Qué crees tú?, ¿hay injusticia en que Dios elija amar a uno de los dos hermanitos que se encuentran todavía en el vientre de su madre, mas escoge aborrecer al otro?, De acuerdo a nuestra lógica manera de elegir y ejercer justicia, no tardaríamos en responder como muchos responden: Dios es injusto, ya que son dos bebitos que no le han hecho mal a nadie y por consiguiente no se merecen que nadie los rechace y mucho menos los aborrezca. ¡Pobrecito bebe a quien Dios aborreció!. Más la respuesta de Dios no se hace esperar y es contundente. Dios ha dicho: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.”
Que podrán decir aquellos que afirman que es la sabiduría del hombre la que actúa para que este por su misma iniciativa y mediante lo que ellos llaman libre albedrio del hombre escoja ser salvo, es decir el mismo decida recibir la salvación que Dios le ofrece, o en su defecto si así no lo desea la rechazan. Con que argumentos pueden contradecir esta santa verdad cunado Dios mismo añade: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Y seguidamente añade refiriéndose a la conducta del faraón y su justicia para con este: “De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” Todo esto para mostrar su santa gloria.
Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
¿Por qué inculpamos?, o mejor, para aclarar, ¿qué quiere decir inculpar?, Inculpar es culpar, acusar a alguien de una falta o delito. En este caso el hombre toma la posición de juez, culpando a Dios por la desgracia de uno, de Esaú, el ser aborrecido. Más luego viene Dios con otra pregunta: ¿quién ha resistido a su voluntad?.
No hay nadie sobre la faz de la tierra que haya resistido su santa y poderosa voluntad. Job quiso altercar con Dios, al experimentar en su vida el profundo dolor que le causó su desgracia al ser vapuleado por Satanás, más cuando Dios lo enfrento, Job abrió su boca y dijo: “Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás.
De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.”
No podemos culpar a Dios por ninguna ni de nuestras desgracias, ni por las desgracias de los demás, sencillamente, lo único que podemos es aceptar su santa voluntad. En cuanto a que nosotros, quienes estamos también muertos en delitos y pecados como todos los demás, que no merecíamos nada, sino castigo, más que por su pura gracia y misericordia nos escogió para salvación, dándonos vida abundante por medio de Jesucristo, no podemos más que solo decirle: Gracias Dios mío por su gran amor, gracias por habernos elegido, por habernos amado, pues de lo contrario seriamos uno más de los aborrecidos de Dios creados para su ira.
¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
¿Podremos nosotros llamar a cuentas a nuestro creador para preguntarle e inculparlo con esta nueva pregunta? Yo creo que muchas veces cuando nos miramos al espejo muchos de nosotros no estamos nada satisfechos con nuestro parecer físico, quisiéramos ser mejores, vemos que nuestra nariz no es la más bonita, o nuestros ojos no son los grandes suficientes  y ni del color que nosotros quisiéramos. ¿Y que con nuestra estatura, o, los que perdemos el cabello prematuramente? Y si seguimos con estas consideraciones nunca terminaríamos la larga lista de inconformidades con nuestro hacedor. Pero si miramos nuestro interior, nuestra forma de actuar o de pensar, o de sentir, la lista aún se haría más extensa, y nuestro reclamo seguiría vigente…Dios, ¿por qué me has hecho así? Todo esto basados en nuestra carnal naturaleza y actuando puramente como carnales.
Más quisiera ir un poco más profundo en este pregunta, ya que muchos tiene la propiedad de defender al que no cree en Dios, o mejor al que no puede creer en Dios, ante todo cuando se toca las cuerdas de los sentimientos y algunos de sus familiares parecieren por sus actos que no desean creer en Dios, entonces se reacciona enjuiciando a Dios por su injusticia y falta de amor, olvidando que no depende del que quiere o del que corre sino de Dios que tiene misericordia. Muchas veces parecemos como abogados baratos defendiendo lo que no tenemos que defender, a quienes no sabemos si son o no son escogidos, como si se nos hubiera revelado ese santo misterio, que solo Dios se reservó para sí mismo, entonces entramos en reclamos contra Dios, mas quienes somos nosotros para inculpar a Dios? Lo que debemos hacer en cambio de inculpar es ir por todo el mundo y predicar su evangelio a toda criatura.
Digo que pretendemos ejercer como abogados baratos delante de Dios, defendiendo al incrédulo, si tomas esta posición y te acercas a uno de aquellos que se denominan ateos y le preguntas si el creer en Dios es relevante en su vida, su respuesta será, que esto para nada interesa, ni le quita, ni le pone, ya que ellos viven como a ellos les parece y el creer en Dios los tiene sin cuidado…ellos nunca reclamarían: Dios, ¿por qué me has hecho así?, para ellos lo único que vale es vivir su vida, ellos dicen: Comamos y bebamos que mañana moriremos, la existencia de Dios ni siquiera es algo que los inquiete, mucho menos su creer en él, pues carecen de fe para tal.
¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
El Altísimo, Señor del Cielo y de la tierra, tiene poder ilimitado para hacer lo que El decida. Esto implica que Él es absolutamente independiente para tomar las decisiones que el mismo desea tomar. Al ser absolutamente independiente en la toma de decisiones sobre su creación, Dios hace lo que a él le place. Nadie puede disuadirlo u obstaculizarlo en que él tenga que hacer de acuerdo a Su Santa y Completa Voluntad. En mismo dice en su Santa Palabra: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Isaías 46:9-11
Yo quisiera preguntarte hoy: ¿Tiene Dios potestad para hacer lo que Él quiera y le plazca?, Yo creo, como la palabra me enseña: Que Él tiene absoluta potestad y no necesita del consejo de nadie para tomar sus santas decisiones. ¿Quién podría de alguna manera incidir en sus libres y santas decisiones? Y es más, ¿quién podrá alguna vez entender sus santos juicios y su completa sabiduría?, ¿No sería mejor que nosotros de una vez por todas nos humilláramos delante de él y reconociéramos quien es Él y quienes somos nosotros?, que pudiéramos como exclama su santa palabra decir: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. Romanos 11:34-36 
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
Cuando la pregunta comienza como aquí comienza con un ¿y qué?. Viene implícita la total soberanía de Él, el hace como él quiere ¿y qué?. Esta pregunta nos deja sin nada con que refutarle, Él es quien él es ¿y qué?, gústele a quien le guste, el hace como a él le place, ¿y qué?
Note que el contenido de la pregunta, en si lleva la misma respuesta: Hay dos clases de vasos que el construye de la misma masa, con dos fines plenamente determinados por el mismo: Unos los vasos de ira, preparados para destrucción y los otros los vasos de misericordia, que el preparo de antemano para gloria, a los cuales nos predestino, llamo, justifico y finalmente al ser preparados o destinados de acuerdo a su santo propósito, para gloria, nos glorifico. En cuanto a los primeros, Dios quiso mostrar su ira y hacer notorio su poder, esto lo mostro desde el principio de los tiempos, primero con Caín, con Esaú, con el Faraón, Judas el Iscariote,  y con todos aquellos que fueron preparados por el mismo, para tal fin: Vasos de ira preparados para destrucción, es decir infierno, es decir condenación.
En esta misma pregunta y con el mismo: ¿Y que si Dios quiso?, nos trae una gran noticia, una hermosa buena nueva, llena de su gracia: Que los vasos de misericordia preparados para gloria, somos nosotros. Que no solamente son los judíos, su pueblo escogido, sino que también nos incluyó a nosotros los que no merecíamos nada, él lo está afirmando una vez más: “esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles.”
¿Que podríamos nosotros decir a esto?, solamente: ¡Gracias a Dios por su don inefable!, te damos  gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. Reconocemos ¡Oh! Dios tu santa potestad y señorío, tu eres soberano ¡oh! Dios tú eres soberano. Gracias por habernos hecho hijos del Dios viviente. Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.