Introducción.
Fue la magnitud inmensa del amor de Dios, lo que conmovió a Jesucristo, El Hijo de Dios, en lo más profundo de su corazón, para dejar su posición en el trono de Dios, para humillarse a la naturaleza de hombre y aún peor hacerse pecado por nosotros, tomando toda nuestra culpa y nuestra condena, hasta la misma muerte, separandose de esta manera de la unidad con Dios Padre y renunciando por un instante a su eterno poder y deidad.
Es su eterno amor para con nosotros sus escogidos, lo que determino su decisión de hacerse hombre, naciendo de una mujer, la virgen María, para luego por este mismo amor, tomar nuestro lugar en la silla del juicio por nuestro pecado y tomar de esta forma nuestra condena a muerte que pesaba sobre nosotros, para luego resucitar de entre los muertos y de esta forma darnos también vida, todo esto lo hizo Jesucristo, solo por su gran amor con que nos amó.
Es su eterno amor para con nosotros sus escogidos, lo que determino su decisión de hacerse hombre, naciendo de una mujer, la virgen María, para luego por este mismo amor, tomar nuestro lugar en la silla del juicio por nuestro pecado y tomar de esta forma nuestra condena a muerte que pesaba sobre nosotros, para luego resucitar de entre los muertos y de esta forma darnos también vida, todo esto lo hizo Jesucristo, solo por su gran amor con que nos amó.
En este pequeño artículo quisiera tratar algunos pocos aspectos de lo que significa para mí, para mi vida, para mi ministerio, para mi familia , el amor de Cristo.
He encontrado en texto bíblico, que al examinarlo conmovió mi corazón y que deso compartirlo:
2da. de Corintios 5:14-21
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
He encontrado en texto bíblico, que al examinarlo conmovió mi corazón y que deso compartirlo:
2da. de Corintios 5:14-21
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
¿Qué es el amor de Cristo?
Quisiera llegar a tú con esta pregunta: ¿Has experimentado en verdad en su vida el verdadero amor de Cristo? Y pregunto esto ya que este es el punto de partida de este pequeño artículo.
Quisiera llegar a tú con esta pregunta: ¿Has experimentado en verdad en su vida el verdadero amor de Cristo? Y pregunto esto ya que este es el punto de partida de este pequeño artículo.
La gran mayoría de nosotros en lo natural hemos experimentado el amor de muchas maneras: Primeramente de bebes, experimentamos el amor de nuestros padres. Dicen los entendidos que no hay amor más parecido al de Dios que el amor de una madre. En lo natural fuimos formados como bebes en su vientre, después de nuestro nacimiento ellas nos amamantaron y cuidaron dándonos sus tiernas caricias, hablándonos palabras tiernas. A medida que crecíamos juntos con nuestros padres nos alimentaron, enseñaron, nos formaron, nos guiaron a través de nuestra infancia y juventud hasta convertirnos en hombres y mujeres responsables en medio de nuestra familia y sociedad. Ya de adultos siguen y seguirán siendo nuestros amados padres a quienes debemos respeto y reconocimiento por lo que somos. Ellos nunca jamás dejaran de ser nuestros amados padres y nosotros para ellos sus amados hijos, tengamos los años que tengamos.
Experimentamos el amor también por medio de nuestros amigos. Al despuntar nuestra infancia ya teníamos amigos, siempre fue así; todavía me recuerdos los nombres de muchos de ellos. A través de la juventud esto tomo aún más importancia, principalmente cunado nuestro pubertad comenzó y comenzamos a conocer el significado del corazón símbolo indiscutible del amor, allí descubrimos de repente que habían mejores amigos y todavía un amor más profundo el amor hacia un chico o una chica especial que llenaría nuestro tiempo y nuestras expectativas cada día. Pasado el tiempo esos chicos y chicas se convertirían en nuestros esposos y esposas, por medio de los cuales también recibimos indudablemente expresiones de amor.
Mas, que es el amor de Cristo? No podríamos hablar de esto, si nosotros así como en lo natural no hemos experimentado un nacimiento espiritual, un nuevo nacimiento, un nacimiento como bien dice el mismo Jesucristo: “del agua (Cristo) y del Espíritu. (Espíritu Santo).” Si en verdad hemos nacido en Cristo, así como conocemos del dolor de nuestra madre desde el mismo momento que quedó embarazada, durante este tiempo y principalmente en el momento de nuestro alumbramiento, también podremos entender del amor de Cristo para darnos vida nueva en Él. Pero El amor de Cristo va mucho más que esto, es mucho más complejo poder entender de su gran amor.
Pensemos esto nuestra madre a través de esos 9 meses en los cuales nos tuvo en su vientre, sabía que estábamos vivos dentro de ella y que un día nos tendría en sus brazos para darnos de su amor y recibir nuestra ternura y sonrisa. Co nuestro Cristo no fue así ya que en realidad estábamos muertos, hediondos en nuestros delitos y pecados y en cambio de ser de alegría como lo éramos para nuestras madres, para Cristo, éramos sus enemigos ya que estábamos enemistados con él.
Pensemos esto nuestra madre a través de esos 9 meses en los cuales nos tuvo en su vientre, sabía que estábamos vivos dentro de ella y que un día nos tendría en sus brazos para darnos de su amor y recibir nuestra ternura y sonrisa. Co nuestro Cristo no fue así ya que en realidad estábamos muertos, hediondos en nuestros delitos y pecados y en cambio de ser de alegría como lo éramos para nuestras madres, para Cristo, éramos sus enemigos ya que estábamos enemistados con él.
Desde el mimo instante de nuestro engendramiento, se estableció un cordón umbilical de comunicación tanto en lo físico como en lo emocional con nuestras madres, con nuestro nacimiento este cordón umbilical físico se rompe dando inicio a uno invisible de por vida, una relación de amor mutua. Ellas nos amaron primero y nosotros respondíamos a su amor con amor de hijos. Ya de adultos es este amor que nuestras madres nos entregaros el que nos obliga a amarlas, respetarlas y honrarlas por lo que son. Mi madre dice: “Amor con amor se paga”.
En nuestro ser espiritual pasó y sigue pasando algo similar: Dios nos amó primero dándonos vida de su misma vida, de su mismo aliento. Luego que nosotros por iniciativa propia caímos muertos espiritualmente, vuelve Dios a manifestarnos su eterno amor, nos entrega la vida de su amado hijo Jesucristo, para darnos vida nuevamente y establecer una nueva relación de hijos.
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. ¿Y cómo fue que nos amó? Entregándose así mismo por nosotros para darnos vida, para reconciliarnos consigo mismo.
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. ¿Y cómo fue que nos amó? Entregándose así mismo por nosotros para darnos vida, para reconciliarnos consigo mismo.
EL amor de Cristo nos constriñe.
Constreñir significa: Obligar, impulsar, atraer poderosamente.
Esto es lo que el amor de Cristo hace con nosotros cuando somos verdaderamente consientes de él. Es decir, cuando pensamos en el amor de cristo y su gran significado en nuestras vidas, este amor, nos obliga, nos impulsa, nos atrae poderosamente a amar a Cristo.
Esto es lo que el amor de Cristo hace con nosotros cuando somos verdaderamente consientes de él. Es decir, cuando pensamos en el amor de cristo y su gran significado en nuestras vidas, este amor, nos obliga, nos impulsa, nos atrae poderosamente a amar a Cristo.
La muerte de Cristo:
Siguiendo con nuestro ejemplo del amor maternal en lo natural, pregunto lo siguiente: ¿Que hubiese sido si nuestra madre muere para darnos vida? Si ella sabía que tendría que escoger entre morir ella o morir nosotros en el momento del nacimiento, mas ella escoge morir para darnos vida. ¿La amaríamos con un amor más intenso? Yo creo que la respuesta seguramente es muy afirmativa, aunque nos hubiéremos perdido de su amor como madres, ya que ellas no hubieran resucitado al tercer día como Cristo si lo hizo.
Cuando nuestro texto afirma: “pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
¿En verdad que tanto hemos pensado en cuanto a la razón por la que murió Cristo? ¿Qué tan consientes somos de este hecho trascendental para nuestra vida?
Jesucristo, El Hijo de Dios, no necesitaba , ni siquiera de venir como hombre a la tierra. Sin embargo él se rebaja de su posición como Dios para convertirse en hombre como nosotros , mas sin pecado. Luego sin que nadie le ordenara ni siquiera El Padre, toma la decisión de tomar nuestro lugar y pagar la deuda de pecado que teníamos tú y yo delante de Dios. ¿Porque lo haría de esta forma? Su santa palabra lo responde una y otra vez: Solo por amor a ti y a mí, solo por amor a sus escogidos caídos en Adán.
Jesucristo, El Hijo de Dios, no necesitaba , ni siquiera de venir como hombre a la tierra. Sin embargo él se rebaja de su posición como Dios para convertirse en hombre como nosotros , mas sin pecado. Luego sin que nadie le ordenara ni siquiera El Padre, toma la decisión de tomar nuestro lugar y pagar la deuda de pecado que teníamos tú y yo delante de Dios. ¿Porque lo haría de esta forma? Su santa palabra lo responde una y otra vez: Solo por amor a ti y a mí, solo por amor a sus escogidos caídos en Adán.
Quisiera hacer énfasis en este “si” afirmativo y condicional que este hermoso texto nos enseña. Si uno, murió por todos, entonces en verdad todos los que teníamos que morir morimos en El, el tomo en verdad para si la muerte que nos correspondía.
Ahora te pregunto: ¿vives tú en verdad? ¿Estás viviendo o solo existes? . Los que vivimos en verdad, hemos recibido esta vida de la misma vida de Cristo. El recito y en el resucitamos nosotros. La vida nueva que hemos recibido de Cristo, es una vida diferente, es de la misma esencia de vida de Él, es así como cuando el soplo vida del aliento de su boca sobre Adán aquella primera vez. Él vive en nosotros y nosotros vivimos en él.
Siguiendo nuestro texto, encontramos la palabra “para”, esta significa, un propósito, con una razón de ser, con una meta, y esa meta es que los que vivimos, ya no vivamos para nosotros, sino para aquel que murió y resucito por nosotros, es decir Jesucristo, rey de reyes y Señor de Señores, por esta razón afirma aquí la palabra es que el hiso su obra vicaria:” para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
Nuestra forma de ver y conocer correcta.
“De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.”
Hay dos afirmaciones en este texto: Lo primero es que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne, ¿qué significa en verdad esto? Nosotros todos por naturaleza llevamos o damos un fruto y por este fruto seremos conocidos. Podemos dar frutos de la carne si actuamos y funcionamos en la carne, esto incluye nuestros sentimientos; más estamos llamados a dar frutos espirituales funcionando en el espíritu, que es verdaderamente lo que somos, después de haber recibido vida espiritual en Cristo, resucitados con Él. La palabra nos ordena que ya no nos miremos, ni nos juzguemos, ni nos conozcamos en los frutos de la carne, ya que si estamos ocupados de estos esto será lo que veremos más repetidamente.
En Filipenses 4:8 nos instruye así la palabra: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Cuando comenzamos a vernos en nuestros errores, en nuestras fallas, nos estamos conociendo en la carne y esto para nada aprovecha.
Lo segundo que nos indica la santa palabra es que: si aún a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. ¿Qué significa esto? A Cristo lo vimos como Isaías 53 nos describe: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”
Parece ser que Dios sabiendo que muchos nos podríamos solo quedar con este recuero de Jesucristo, nos ordena aquí en su palabra, que ya no le conozcamos mas así. No tenemos que quedarnos en esa cruz viéndolo muerto, ya que El resucito al tercer día, ya que él está sentado victorioso a la derecha del padre en su trono de gloria. Así es que tenemos que nosotros conocerle cada día, no como derrotado, sino como victorioso, como Dios poderoso, quien El que fue, Él es y El que será. Si traemos a nuestra memoria su sufrimiento y muerte es por razón de nosotros, y esto lo hizo, para sacarnos de muerte a vida.
En Filipenses 4:8 nos instruye así la palabra: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Cuando comenzamos a vernos en nuestros errores, en nuestras fallas, nos estamos conociendo en la carne y esto para nada aprovecha.
Lo segundo que nos indica la santa palabra es que: si aún a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. ¿Qué significa esto? A Cristo lo vimos como Isaías 53 nos describe: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”
Parece ser que Dios sabiendo que muchos nos podríamos solo quedar con este recuero de Jesucristo, nos ordena aquí en su palabra, que ya no le conozcamos mas así. No tenemos que quedarnos en esa cruz viéndolo muerto, ya que El resucito al tercer día, ya que él está sentado victorioso a la derecha del padre en su trono de gloria. Así es que tenemos que nosotros conocerle cada día, no como derrotado, sino como victorioso, como Dios poderoso, quien El que fue, Él es y El que será. Si traemos a nuestra memoria su sufrimiento y muerte es por razón de nosotros, y esto lo hizo, para sacarnos de muerte a vida.
Nuevas Criaturas.
Un nuevo condicional afirmativo encontramos en nuestro texto: “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” ¿Estamos en Cristo verdaderamente? ¿Vivimos en verdad en Él?. Entonces así debemos considerarnos , como nuevas criaturas.
La vieja vida nuestra, murió allí en la cruz, así lo afirma Romanos 6:6-8 “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él” En esa Cruz, nuestra vieja creación de pecado fue muerta y sepultada y así lo debemos de considerar. Cuando nacimos de nuevo, nacimos como nuevas criaturas, no es como viejas criaturas trasformadas o modificadas, no, ya que si así fuera estas cosas viejas, seguirían con vida en nosotros y la palabra dice que esta viaja vida murió en Cristo y que en la resurrección de Cristo tomamos nueva vida en Él. Esta vieja creación no se refiere a nuestro cuerpo natural, se refiere, es la forma de vida que teníamos antes de morir y resucitar en Cristo, en donde nos deleitábamos en el pecado, así como el cerdo se deleita revolcándose en el fango, esta es la vieja creación que murió allí en la cruz. Para muchos es difícil de entender esta verdad, ya que nuestro cuerpo mortal sigue siendo el mismo, nuestras arrugas, canas, etc. siguen ahí mismo, sin embargo tenemos que saber que nuestro cuerpo natural recibido de nuestros padres, es apenas el forro de la nueva vida, la nueva vida está allí adentro y esta producirá frutos de vida, frutos espirituales y duraderos para la gloria de Dios.
La vieja vida nuestra, murió allí en la cruz, así lo afirma Romanos 6:6-8 “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él” En esa Cruz, nuestra vieja creación de pecado fue muerta y sepultada y así lo debemos de considerar. Cuando nacimos de nuevo, nacimos como nuevas criaturas, no es como viejas criaturas trasformadas o modificadas, no, ya que si así fuera estas cosas viejas, seguirían con vida en nosotros y la palabra dice que esta viaja vida murió en Cristo y que en la resurrección de Cristo tomamos nueva vida en Él. Esta vieja creación no se refiere a nuestro cuerpo natural, se refiere, es la forma de vida que teníamos antes de morir y resucitar en Cristo, en donde nos deleitábamos en el pecado, así como el cerdo se deleita revolcándose en el fango, esta es la vieja creación que murió allí en la cruz. Para muchos es difícil de entender esta verdad, ya que nuestro cuerpo mortal sigue siendo el mismo, nuestras arrugas, canas, etc. siguen ahí mismo, sin embargo tenemos que saber que nuestro cuerpo natural recibido de nuestros padres, es apenas el forro de la nueva vida, la nueva vida está allí adentro y esta producirá frutos de vida, frutos espirituales y duraderos para la gloria de Dios.
Todo es obra de Dios.
Todo esto proviene de Dios, continuo agregando la santa palabra. En Adán nos habíamos enemistado con Dios y seguíamos siendo enemigos de Dios, es decir rompimos nuestra relación con él, con nuestras faltas y conducta, le volteamos la espalda Dios y comenzamos a vivir haciendo nuestra propia voluntad, de acuerdo a nuestra naturaleza adámica es decir en nuestra carne y alma como dice Efesios 2:1-3.
Allí mismo en Efesios 2:4-8 dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”
Fue Dios quien tomo la iniciativa de reconciliarnos con El, nosotros no podíamos, ni estábamos capacitados para hacerlo ya que estábamos muertos espiritualmente.
Es su amado hijo Jesucristo quien por amor a nosotros toma la iniciativa de reconciliarnos con Dios Padre, Él lo hiso todo completo y dice allí la palabra que nos dio el ministerio de la reconciliación, quien también nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Quisiera llegar a quienes leen este tratado con un grito de lo más profundo de mi ser, con un clamor en mi corazón: ¡Oh! hermano amado, si estas aún enemistado con Dios, reconcíliate con El. Él no está esperando por ti para castigarte, él está allí como ese Padre amoroso esperando por sus hijos para colocarnos en el lugar que como hijos nos pertenece. Reconcíliate tu amado hermano, tu que estás viviendo en tu propia voluntad, alejado de la casa de tu amado Padre, tu que peleándote con él, le has vuelto la espalda ignorando lo que el hizo por ti. Recuerda que en el tienes vida y todos los derechos que como hijo te pertenecen. Ya no andes mas a la deriva como huyendo de la casa de tu padre, Él te está llamando hoy vuelve a casa, ven hijo te estoy esperando con mis brazos abiertos, quiero cubrirte, limpiarte, llenarte de mi amor, y colocarte en el puesto de hijo que siempre te ha pertenecido. Hoy es el día, no esperes más.