16 octubre 2012

Del amor y del perdón de Dios

"Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como  uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó". Lucas 15:11-20.
 No todos hemos pasado por experiencias difíciles como las que este pasaje bíblico nos narra. Muchas son las razones que pudieron haber movido a este hijo tomar la decisión de pedir a su padre su parte de la herencia; muchas veces en el fragor de nuestra juventud, cuando nos sentimos el centro de todo, capaces de conquistar el mundo, dispuestos a correr la carrera de nuestra vida con nuestras propias fuerzas, confiando completamente en nuestras propias capacidades y quizá muchas veces inexpertos, nos lanzamos a la aventura sin considerar los riesgos que podemos correr.
Algunas veces en nuestra vida espiritual actuamos de la misma manera, pensamos que somos lo suficientemente capaces de enfrentarnos al mundo sin tomar en cuenta nuestras limitaciones y debilidades que como seres humanos tenemos, exponiéndonos  así a caer en el pecado innecesariamente y una  vez allí olvidamos nuestra condición de hijos y nos rehusamos a volver a casa pensando que nuestro Padre ya no querrá recibirnos. Sin embargo llega un momento en que debido muchas veces a las mismas circunstancias difíciles que experimentamos, y movidos en nuestro interior por algo tan extraordinariamente poderoso que supera las fuerzas de nuestro orgullo, comenzamos a recordar nuestro tiempo en la casa de nuestro padre y anhelamos volver a estar allí, rodeados del amor familiar, llenos del cuidado de nuestro padre que nos provee en todo y entonces tomamos la decisión de volver.
Notemos que este desafortunado hijo en el momento que toma la decisión de volver, piensa lo que todos pensamos cuando hemos hecho algo indebido, cuando creemos que hemos perdido todos nuestros derechos como hijos y que solo merecemos el castigo de nuestro padre. A pesar de todo esto nos disponemos a correr el riesgo de volver, pero no sin antes planear de que forma llegaremos, que disculpa le daremos a nuestro padre y no menos en que posición llegaremos delante de él; el hijo dice: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como  uno de tus jornaleros."
Todos los que somos hijos de Dios, engendrados por nuestro Padre celestial, nacidos de nuevo, participantes de una familia como es su santa iglesia, en donde tenemos posibilidad de crecer sanamente, ser alimentados, guardados, corregidos, guiados, protegidos; todos absolutamente todos podemos pasar por una similar situación en nuestra vida, podemos resbalarnos y caer cuando menos lo esperamos, aun cuando consideremos que estamos firmes y nunca nos puede pasar semejante situación .
En 1.Cor.10:12 Dice la palabra de Dios advirtiéndonos claramente: "" Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga».  Cuando nos descuidamos espiritualmente, cunado siendo hijos comenzamos a vivir una vida como si no lo fuésemos, viviendo descuidadamente, cuando nuestros sentidos espirituales se adormecen, cuando estando en este lamentable estado de somnolencia espiritual vienen delante de nosotros, en mundo, el demonio y la carne con sus tentaciones. Cuando no somos capaces de decir no a estas ofertas, entonces somos arrastrados al pecado como sucedió con este descuidado hijo. Todos volveremos a casa más tarde o más temprano. Sin embargo padeceremos ruina, derrota, calamidad, hambre, soledad, tristeza, como la que tuvo que pasar este descuidado hijo que nos narra este pasaje.
 En la carta a la iglesia de Éfeso capitulo 5, el espíritu nos habla y advierte por medio del apóstol Pablo:
"Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos.
Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.
Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo."
Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. Así dice en esta palabra, esto fue lo que paso con este hijo, despertó de su letargo y se levanto de los muertos y entonces comenzó a ver un camino lleno de luz que lo llevo directo al encuentro con su Padre.
Seamos cuidadosos y estemos siempre alerta, pero si cayéremos, abogado tenemos en Jesucristo y un padre lleno da amor i misericordia nos espera en casa.
Hemos hablado un poco de la situación de vida del hijo, observemos ahora la actitud del padre. Tengamos muy encuentra que merecíamos castigo, reprimenda y aun mas que nuestra conducta errónea tendría una consecuencia en la vida de este hijo, así es como nosotros de acuerdo a nuestra lógica natural pensamos.
Muchas veces escuchamos a pastores y lideres espirituales actuar de esta forma cuando un hijo de Dios vuelve a casa arrepentido, triste, inseguro, harapiento, necesitado vuelve a la iglesia habiendo sido levantado por el mimo Dios, así lo reciben:  " ...Si hijo, Dios ya perdono tu pecado y tu situación en cuanto a Dios esta resuelta, pero no olvide que tu pecado trae consecuencias, una cosa es tu situación con Dios y otra muy distinta tu vida sobre la tierra, por lo tanto tendrás que pasar por un periodo, (se llama de restauración) en el cual no ejercerás tus derechos, hasta que yo vea que es tiempo." ; Uno pudiera medir si se pudiera medir la vergüenza que ellos sienten por el pecador arrepentido que vuelve a congregarse, muchos desearían que mejor nunca tal pecador se volviera aparecer por las puertas de la iglesia para congregarse  de nuevo, y si vuelve será señalado, discriminado, visto a menos, tratado muchas veces sin respeto alguno, que triste es esto, pues así no lo demostró ni lo enseño El Señor.
Miremos claramente en el pasaje cual es la actitud del padre de los padres, del Pastor de los pastores. Que contraste tan tremendo, que injusticia podríamos decir algunos, al hijo que merecía castigo, al descarriado, al pecador, el maloliente, al caído pero levantado, el Padre le extiende sus brazos llenos de amor incondicional, de perdón también incondicional, dice textualmente el pasaje: "y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó", esta actitud de Nuestro amado padre me deja sin palabras para describir su amor y su perdón, que lejos estamos de practicar el amor y el perdón como él nos enseño.
En nuestro texto, vemos que el padre aunque con razón de hecho, no pone condición alguna para perdonar  y dar este inefable amor a su hijo arrepentido: tampoco le dice " Hijo, te perdono pero quiero que sepas, que  tu caída tiene consecuencias, tendrás que pasar por un periodo de restauración para que vuelvas a operar como hijo, no quiero tener problemas con tu hermano que ha estado sirviendo aquí en casa”, sino que inmediatamente ese hijo vuelve a ser lo que siempre fue, hijo completo, con todos sus derechos y obligaciones, vemos como el padre no le dice espere un tiempo para que yo vea tu conducta aquí en casa, si te portas bien te examinare para ver si tu corazón ya esta sano, entonces te colocare otra vez mi anillo de autoridad para que así operes como lo que eres, que tremenda lección nos da este capitulo a nosotros los que de alguna forma operamos como siervos de Dios, los que actuamos como sus  representantes sobre la tierra. El Señor no nos puso en autoridad para señorear sobre sus ovejas, fue para para apacentar y servir,  yo le pido a Dios para que podamos ser como el mismo Cristo lo hizo con la mujer adultera; "Ni yo te condeno; vete, y no peques más.", que tremenda medida nos ha dejado nuestro amado Cristo.
He escrito este pequeño artículo movido en mi corazón por dos razones:
Por ti que como hijo de Dios, por ti que en un momento de descuido, de adormecimiento espiritual, has caído en la tentación del mundo o de la carne, hoy te digo: Despiértate, y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo, vuelve tu mirada hacia El, cobra animo hay alguien esperándote con los brazos abiertos en casa, tus seres amados, pero ante todos tu amado padre celestial, Él ya olvido tu ofensa Él ya te perdono, lo que el espera es que tu vuelvas a casa para ocupar tu lugar para que puedas experimentar personalmente de su amor y misericordia, vuelve a casa ahora, Él te esta esperando.
 Por ti que como representante de Dios operas pastoreando personas imperfectas como tu, hijos de Dios en proceso de formación, a ti te invito para que leas este texto, para que lo escudriñes en verdad, para que no ejerzas la justica de Dios sobre un hijo arrepentido que vuelve a su casa, su iglesia, ella es la casa de Dios, la familia de Cristo. Así como el Padre recibió a este hijo recibe tu al que ha levantado Dios de entre los muertos, al que Cristo ha alumbrado, tiende tus brazos, dale amor, apaciéntalo, restáuralo en volverlo a colocar en la posición que Dios le dio como hijo, no le maltrates, ni le humilles, no ejerzas señorío sobre el, y menos tome la justicia de Dios en tus propias manos , por mas que te sientas como representante de Dios, recuerda que la justicia solo la ejerce Dios, él es el justiciero, a ti te llamo Dios a apacentar, a alimentar. Dios no te doto de bastón pastoral para dar bastonazos a las ovejas del Señor sino para defenderlas del enemigo, para apacentarlas. No olvides ni por un momento que nadie puede decir :" yo no caeré, yo no tropezaré, porque recuerda que eres humano y arrastras con esa naturaleza hasta el día que Cristo vuelva, acuérdate de la advertencia que Dios nos hace en su santo consejo de su palabra: Gálatas 6:1 "Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado".
Oración: 
Bendito Padre: Hoy vengo a ti, en el nombre de Jesús tu amado hijo, vengo para interceder por el caído, por el descarriado, por el que esta allí desorientado en medio del mundo y sus placeres, ven Señor toca de nuevo su corazón, convéncele de pecado, atráelo con tu amor, pon en ellos arrepentimiento. Gracias padre por ese perdón, por tu amor tan inmenso y sin media, gracias, gracias por recibirnos de nuevo en casa a pesar de nuestras debilidades, gracias y mil gracias Señor.
También quiero levantar ese grupo de personas que tu llamaste con llamamiento santo para operar como representantes tuyos sobre la tierra, para que tomen su lugar, para que lo puedan hacer en la misma gracia que tu lo hiciste, entregando  amor, restaurando en verdad al que vuelve herido, triste, gracias padre porque tu mismo los llenas de ese inefable amor para que así ellos puedan darlo abundantemente  y tu seas glorificado.
Finalmente Padre gracias te doy por haberme recibido nuevamente en tu casa, por tu propósito para conmigo, por todo tu amor. Oh Padre gracias por volver a caminar contigo. Te agradezco por tu infinito e inmerecido amor hacia mí. En el nombre de Jesús. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario