22 noviembre 2012

El santo llamado de Dios


Introducción.


Al compartir este precioso tema del santo llamamiento de Dios, quiero darle toda la gloria a Dios, quien es el que me ha llamado, primeramente para justificarme y posteriormente para servirle. Con dedicación y amor le serviré a él  toda mi vida.
Al hablar de un llamado santo como el que nosotros recibimos de Dios, es necesario nombrar que existen dos actores, quienes se comunican entre si y un actividad o mensaje que los conecta:

El Emisor: Es Dios mismo quien envía el llamado o mensaje. Él tiene autoridad total; al enviar el mensaje, sabe que será obedecido. Lo hace con un propósito específico previamente establecido, para llevar acabo su  plan divino en cuanto a su creación. 

El receptor: Somos los escogidos de Dios para salvación, nosotros como sus ovejas, quienes escuchamos su voz y lo seguimos, le obedecemos, recibimos el mensaje y lo ejecutamos.
Cuando él llama, lo hace bajo su plan y siempre será para bendición.

El mensaje de Dios: Es variado y esta dirigido para llevar acabo su plan previamente establecido. 
Un mensaje: Es una orden o  instrucción dada por Dios con un santo propósito, este es recibido por sus hijos quienes al escucharlo lo obedecen ya que este llamado es irrevocable.


1. Diferentes llamados, con diferentes propósitos.

En la vida del creyente encontramos que Dios llama con diferentes propósitos.

a. Llamamiento general, llamado para justificación


Es el primer llamamiento de Dios al pecador perdido, este tiene el objetivo de justificarlo, Dios lo emite, puede ser oído por todos, mas solo unos acudirán a él. El evangelio de Jesucristo será predicado a todos, más solo los escogidos por Dios para salvación podrán entenderlo y responder afirmativamente a él.

EL Señor antes de su ascensión al cielo nos dio una última instrucción muy importante en cuanto a su plan de salvación, esta instrucción tiene que ver con la predicación de su evangelio sobre la tierra:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Esta es instrucción de Dios para todos sus discípulos, no solo para los 120 que estaban allí, sino también para los que habíamos de creer por medio de ellos, por esta razón hoy seguimos predicando, como sus representantes seguimos emitiendo su grito, su llamado al pecado para justificación.
Cuando Jesucristo predicó lo hizo para muchos, mas no todos los que le oyeron creyeron, lo mismo pasó con los 120, predicaron para todos, pero solo creyeron los que estaban separados para salvación, lo mismo pasa hoy. La predicación de la palabra de Dios, que es la voz de Dios es oída por todos, mas todos no atenderán a su llamado, sino solo los que están destinados para escucharla y entenderla. 

Cuando Jesucristo nos envió a predicar su evangelio, no nos dió a conocer quienes en particular lo escucharían o quienes asistirían a su llamado, sino que se nos dió la orden de predicar a toda criatura, nosotros no podemos con nuestros medios convencer a nadie, pero si podemos ir y predicar su santo evangelio. De lo demás se encarga Dios mismo, quien es el que conoce bien sus ovejas, las envía a Jesucristo quien dice que ninguna de las que el Padre le da se perderá.

Génesis 3:8-9 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 

Recordemos que desde el comienzo, desde la misma caída de Adán y Eva,  fue Dios quien tomó la iniciativa en ir a buscarlos y llamarlos para posteriormente justificarlos. Lo que ellos hicieron después de su caída fue la de esconderse de Dios, Sin embargo Dios es quien les busca y llama. De esta manera vemos que Adan es el primero en ser llamado. 

Dios nos llama por medio de su evangelio, que es su santa palabra, la cual habla a nuestro interior. Cuando nosotros como sus ovejas le escuchamos, reconocemos su voz y atendemos afirmativamente a este llamado.  Mas no por nosotros mismos sino por el poder de su Santo Espíritu,  que actúa sobre nosotros para atraernos hacia él.  Este llamado es de carácter irresistible, es decir, el hijo de Dios que escucha su voz, no  puede resistirla, y terminará definitivamente aceptando a Cristo como su Señor, su salvador y entregando su vida al servicio de El.

Yo mismo soy testigo de ésto, yo lo he sentido aquí en mi corazón, un corazón que estaba duro como diamante en bruto , que cegado por la religiosidad en que nací, creyendo hacer bien guardando normas y tradiciones antiguas, perseguía su iglesia naciente en esta nación. Yo mismo doy testimonio vivo de que lo escuche en mi corazón, que no soporte más, al oir su amorosa voz en mi interior, y terminé postrado a sus pies.  Yo tengo testimonio de ésto; es como si hubiere sucedido ayer. Nunca podré olvidarme del sonido de su tenue pero poderosa voz, que terminó venciendo mi resistencia. No tuve ninguna posibilidad de resistirle. El me convenció y terminé rodeado de sus brazos llorando como un chiquillo y el indicándome lo que debía de hacer, dándome amor, limpiando mis heridas, mis manchas de pecado. Luego, El mismo me dió visión de su santo propósito en cuanto a mí. Yo lo viví, lo experimenté y por esto lo comparto con ustedes para la gloria de Dios.

En Romanos 8:28-30 Dios nos  enumera cuidadosamente una secuencia de actos suyos, que tienen que ver con su santo propósito en cuanto a nuestras vidas, partiendo desde  la elección, hasta su glorificación sobre nosotros.

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó".

Estos versículos nos pueden ayudar a entender un poco más el plan de Dios en cuanto a sus escogidos. 
Aquí Dios se muestra como un Dios soberano y sabio. El con todo cálculo de detalles trazó un plan perfecto en cuanto a nuestra vida.  Leemos que él llama a los que él previamente a predestinado con un propósito, que fuésemos hechos de una forma muy especial, a la imagen de su amado hijo, pero antes nos deja conocer, que él  también de antemano nos conoció, es decir que  a los que él llama nos son desconocidos. El ya sabía y nos conocía claramente con nombre y apellido, desde antes de los tiempos. El hombre no sorprendió a Dios con su caída, de antemano el sabía y ya había proveído justificación por medio de Jesucristo, de esta forma todos los que el llamó recibirán justificación.  
Cuando Dios llama por primera vez al pecador caído, es con este propósito y lo ha hecho por medio de la sangre de su amado hijo,  de su muerte en la cruz.

Como último paso en esta secuencia, nos enseña que a éstos también glorificó. Esto es lo que el creyente experimenta en su vida diaria como cristiano, Dios se glorifica por medio de sus vidas sobre la tierra, las obras que el preparó de antemano, comienzan a hacerse visibles y muestran su gloria, y son para su gloria. 

El propósito o plan de Dios para la vida en particular en cada uno se va cumpliendo pazo a pazo, día a día. Dios no nos dejará a medias, la obra que él comenzó en nosotros la llevará a término.


b. El Llamado Especial: "Llamado a ser apóstol, pastor, maestro, evangelista, profeta". Es un llamado a servir.


Efesios 4:11-16 “ Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Romanos 1:1"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios".

Juan 1,6."Vino un hombre enviado por Dios, su nombre era Juan".

Es el llamado de Dios al corazón de hombres y mujeres que Dios previamente ha seleccionado para prestar un servicio especial en su santa iglesia sobre la tierra. Este servicio es dirigido por nuestro mismo Dios, quien es nuestro amo, jefe y Señor. Demanda que lo hagamos con humildad, diligencia, sabiduría y entrega, ya que trataremos con personas que son sus mismos hijos, que son sus ovejas, siendo nosotros mismo parte de ellas.

Dios puede valerse  de muchas formas y circunstancias para llamarnos. Puede valerse de una experiencia emocional que conlleva a una espiritual en donde Dios instruye y capacita para servir. También pude valerce del producto de una circunstancia de la vida, como una terrible tragedia, que conlleva una experiencia espiritual especial ( ej. Pablo). Dios puede y hace llamamientos por medio de éstas y miles de otras formas diferentes. Pero una cosa es siempre igual. La convicción interior de que Dios ha hecho un llamado espiritual a nuestro corazón para servirlo. 

La biblia nos enseña que no hay edad mínima ni máxima para este llamado a servir, así vemos Samuel sirviendo desde niño, Timoteo siendo apenas un jovencito es enviado por Pablo a visitar las iglesias. Vemos que Pedro, Juan y muchos otros  recibieron este llamado en una edad ya adulta. 
Un hombre llamado a este servicio es llamado un siervo de Dios, ya sea para servir como: pastor, profeta, maestro, evangelista o apóstol. Todos son hombres y mujeres llamados por Dios con un común denominador, servir como Cristo sirvió. Sin embargo no podemos olvidarnos en ningún tiempo de nuestra vida de servicio, así estemos en los tiempos mas gloriosos, que seguimos siendo seres humanos, con defectos e imperfecciones que nunca llegaremos a la total perfección, para que de esta forma estemos firmes en nuestro llamado cuando llegue la prueba o el tiempo difícil.. 

La magnitud de este llamado, se hace efectiva cuando reconocemos que es de Dios, que es santo, magnífico, solemne, real, profundo, inmerecido. Un hijo de Dios con este llamado, habla con la autoridad de Dios, pero así actúa con mucha humildad, sabiendo que no es autosuficiente, sino que necesita todo el tiempo del mensaje de Dios predicado a su vida por otros siervos colegas en el servicio.
No nos podemos atrever a enorgullecernos por este don o privilegio otorgado por Dios, mas bien siendo diligentes, con humildad verdadera y responsabilidad delante de Dios, ejerceremos la autoridad divina, sin menospreciar al débil, al pobre, al hambriento, al descarriado, al que no entiende, ya que, nosotros mismos fuimos una vez como ellos, debemos recordar que somos seres imperfectos, pecadores en nuestra humana debilidad, que somos hijos de Dios en proceso de perfección  en las manos de El. 

Hay profesiones que por su responsabilidad se hacen muy difíciles de ejercer, mas yo creo que no hay una mas compleja sobre la tierra como el ser hombre o mujer al servicio de Dios. Este oficio esta lleno de muchos contrastes. Mientras por un lado es tan glorioso y gozoso servirle directamente al mismo Dios todo poderoso y depender de él, por otro lado, es una profesión que a menudo es mal entendida, tan frustrante, tan poco valorada que puede llevar a muchos a renunciar a ella, quedando con sus vidas en una profunda tristeza, ya que si bien se cesa en las funciones delante de los hombres, delante de Dios este bendito llamado es irrevocable. Y es que mientras por un lado nuestra vida, y nuestro llamado  dependen del mismo Dios, por el otro somos hombres y mujeres pecadores e imperfectos que servimos también a hombres y mujeres imperfetos, en este trasegar diario, muchas veces no nos consideramos a nosotros mismos, volviéndonos intolerantes con nuestras críticas, al ver que algunas veces  nuestras aspiraciones no son cubiertas, y las metas que tenemos parecen inalcanzables. 


2. Quien es el que llama, constituye o establece?


Como lo escribi en la introducción, es solamente Dios quien lo hace y no hay nadie mas fuera de él,  no hay ningún otro, él es el emisor, él es quien constituye, nombra, llama, establece, él lo hace como el desea, de acuerdo a su plan para con su santa y amada iglesia. Cuando Dios llama, el mismo capacita, el mismo respalda este llamado, el mismo da visión a cada uno de los que llama, el mismo coloca esa misma pasión que hay en Cristo para servir con amor al perdido, al hambriento, al débil. Es él mismo quien capacita, el que enseña, el que perfecciona para la obra de su santo ministerio.

El llamado a servir de esta forma es particular, es privado, es de corazón a corazón, del corazón de Dios al corazón de quien él llama. 
Desafortunadamente hoy en día muchos ejercen como siervos de Dios sin este santo llamado, mas bien actúan en una posición dada, atendiendo el llamado de hombres y mujeres quienes se creen como el mismo Dios, con capacidad de ver al corazón, de decir y establecer que clase de dones y llamado existe en determinadas creyentes. Estos ministros, sin cuidado y sin reparo delante de Dios imponen manos para constituir lo que Dios nunca ha llamado, por esta razón vemos que a muchos de estos a los que alguna vez se le impusieron manos como siervos de Dios, quedaron frustrados a la vera del camino y no pudieron funcionar en lo que les nombraron, por mas que pusieron todo su empeño. 
Por otro lado vemos a otros ejerciendo como siervos de Dios, enaltecidos, exhibiendo orgullosamente sus títulos universitarios para ejercer poder, señoreando sobre la grey del Señor. Que lejos están de ser como el príncipe de los siervos, Jesucristo nuestro maestro y eterno ejemplo de servidor.
Tanto los llamados por Dios a este servicio como los llamados por los hombres y mujeres, los conoceremos cuando haya pasado un poco de tiempo en sus funciones y sabremos en verdad si fueron llamados por Dios o por el hombre, sus frutos serán visibles, bien dice la palabra, por sus frutos los conocereís.


3. A quienes llama Dios, y que criterios tiene él para llamar?


Corintios 1:20-31 “Pues está escrito:Destruiré la sabiduría de los sabios, 
Y desecharé el entendimiento de los entendidos.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 
Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. 
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.”

En mi primer viaje misionero en una capital latinoamericana, se acercó a mí una mujer muy respetada en medio de la vecindad donde yo predicaba, la cual me preguntó: ¿Con que autoridad viene usted a predicarnos la biblia sin ser un sacerdote ordenado?
Yo le conteste: con la autoridad que nos dió Jesucristo y con mi biblia en la mano, comencé a enseñarle la palabra de Dios desde la gran comisión escrita en el evangelio de Marcos 16, luego le enseñé lo escrito en el evangelio de Juan 1, en como Jesucristo llamó a sus primeros discípulos, también le enseñe quienes eran ellos, personas sencillas, imperfectas como nosotros, muchos de ellos sin ninguna formación académica, le instruí en como estos primeros discípulos de Jesucristo y pioneros de la iglesia fueron pescadores, recolectores de impuestos, personas débiles en sus personalidades, le enseñe, en como solo por la obra del Espíritu Santo después que el descendió sobre ellos, se manifestó en sus vidas convirtiéndolos en los verdaderos siervos, ministros y sacerdotes del Dios altísimo en este nuevo pacto de su gracia. 
Finalmente me referí a este pasaje escrito en 1ra de Corintios 1. Dios escoge a quien él le place y llama y establece a quien él quiere, dotándolo de dones espirituales que vienen de él, y es por esta capacidad espiritual que Dios provee, que los que hemos sido llamados podemos funcionar, no por nuestras capacidades, o por la instrucción o formación académica que hayamos recibido asistiendo a un seminario o universidad, ya que allí aprendemos ciencias de hombres mas lo que recibimos de Dios es su santa unción para poder ejercer como sus verdaderos sacerdotes. Al final de esto ella dió gracias y entregó gozosa su vida al Señor.


4. Algunas consideraciones.


Como servidores de Dios, predicamos y tratamos directamente con hombres y mujeres imperfectos y pecadores, tanto salvados como perdidos, pero lo que es más complicado, es que también nosotros somos imperfectos y pecadores. Si somos objetivamente honestos con nosotros mismos, nos daremos cuenta de que fallamos tanto que muchas veces llegamos a cuestionarnos si somos o no dignos del título “siervos de Dios”. 
Yo sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero si el mismo Dios poderoso en este momento mostrara  todo lo oculto que hay en nuestros  pensamientos, en algunos de nuestros deseos que en nuestra humana debilidad podemos tener, encontraríamos que en nosotros mora el mal. Como siervos del Dios altísimo, no vivimos encapsulados  en un mundo de santidad, tampoco nuestro cuerpo carnal ha sido transformado todavía, al contrario esta totalmente contaminado de pecado, también vivimos en un mundo que nos ofrece sus deleites, entonces podríamos decir, gracias Dios porque no es por mi, por mi capacidad, por mi santidad, sino por tu obra maravillosa en mi. Si bien y gracias a Dios tenemos un espíritu regenerado que nos permite saber y hacer su santísima voluntad, tambien seguimos con nuestros pies en este mundo, por lo tanto considerémonos a nosotros mismos, así como el mismo Pablo se atrevió con humildad y valentía  a confesar diciendo en Romanos7:19-25  lo siguiente:

“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 
¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”

El mismo Pablo mas adelante hallaría una respuesta contra esta terrible  flaqueza,  el mismo Dios le contestó a estas profundas preguntas en cuanto a nuestra humana debilidad. 

2da. Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” Este cuerpo en que vivimos esta destinado a la muerte, somos débiles pero en nuestras debilidades Dios se manifestará, Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Estamos llamados a ir a predicar el evangelio, a imponer manos para sanidad, a sanar enfermos, a libertar cautivos del pecado y de Satanás. Hemos sido constituidos sacerdotes de este nuevo pacto de la gracia de Dios, recibimos directamente de Dios la capacidad y su santa unción para ejercer en este santo llamado, estamos llamados a ser santos y a vivir como tal, mas no podemos olvidarnos que en nuestra humana naturaleza somos imperfectos, somos pecadores, que todo el tiempo necesitamos de la predicación de su santa palabra y de su Santo Espíritu que nos perfecciona, que nunca llegaremos a la total perfección, sino que estaremos siempre en un continuo proceso en donde por medio de las pruebas seremos perfeccionados, nunca olvidemos que no somos productos terminados sino en proceso
Yo mismo hoy mientras me acerco a los 60, aun siento en lo profundo de mi corazón,  la magnitud de su santo llamado y la falta de mérito en cuanto a mí, pero prosigo adelante con denuedo en obediencia y amor a quien me llamó a este santo ministerio. Seguiré compartiendo su santa palabra, nunca dejaré de hacerlo, no por mi, sino que verdaderamente me debo a El y aunque quisiera nunca pero nunca podría negarme a hacer lo que el me llamó.
Ruego a Dios que cada día me de el mismo amor, la misma pasión, la misma dedicación que hay en Cristo, que Dios no me permita ser un predicador amargo, egoísta, obstinado, que me enseñoree de sus ovejas, sino que pueda considerarme como una mas de ellas.
Como siervo de Dios sueño con un día cuando Dios me llame a su presencia poder decir como Pablo dijo: He corrido la carrera, he llegado a la meta, quisiera mientras tanto avanzar a esta meta con mas fe, con mas entusiasmo, con mas fuerza, con mas coraje. Sé que Dios me ha dado una visión y con fe pido a Dios me permita ver el fruto de ella. 

Gracias Dios mio por este santo llamamiento, gracias por cada siervo de Dios que en medio de dificultades hoy se dedica a servirte, a proseguir construyendo tu santa obra sobre la tierra, yo te pido padre que seas tu mismo de acuerdo a tu santa promesa quien los capacita cada día, quien los fortalece cada día, quien los envía, en fin Padre bueno tu eres nuestro Señor y amo a quien servimos.

Glorifícate Señor. Amen




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