Sentado bajo un frondoso árbol estaba el niño de 8 años, todavía junto a la raíz de aquel árbol que minutos atrás le sirviera de salvavidas. Él estaba allí atónito, con su rostro lleno de lodo de color amarillo y las lágrimas que brotaban de sus ojos habían echo pequeños surcos sobre la arcilla que estaba seca en sus mejillas.
Era el mes de noviembre y en la escuela pública de aquel pequeño poblado, los estudiantes se aprestaban para recibir una nueva navidad, el profesor de artes manuales tubo la idea de que ellos elaboraran mascaras, hechas con arcilla y periódico, para así tener con que disfrazarse en la fiestas de la novena de navidad.
Jairo como se llama, era un pequeño niño campesino, vivía solo con su hermanito Mario de 10 años, ellos habían aprendido a atenderse y vivir solos, ya que su madre también campesina, no podía estar con ellos todos los días de la semana debido a la distancia en donde ella con su esposo y sus pequeños hermanitos se dedicaban a las labores del campo. Era un día hermoso y soleado, entonces el pequeño pero inquieto Jairo le propone a su hermanito mayor que le acompañara para conseguir el barro que se necesitaba para la elaboración de su máscara. Mario era un muchacho más bien tímido y demasiadamente cuidadoso, así que no accedió a la invitación, ante la negativa rotunda de su hermano, Jairo acudió a sus mejores y más cercanos amiguitos para que le acompañaran, mas también recibió una respuesta negativa, ellos no tenían tiempo para esto.
Eran cerca de las 11 de la mañana, cuando el pequeño Jairo emprende su viaje en busca de la preciosa arcilla. El sol resplandecía y el trinar de los pájaros se hacia escuchar. Tomó un saco que utilizaría como recipiente, un golpe se escucho cuando el portón de su casa se cerró tras él.
Él ya había escuchado de uno de sus compañeritos de clase, que en las viejas minas de asfalto, que estaban situadas a las orillas del rio, estaba la mejor arcilla. Pazo frente a las casas de sus amiguitos más cercanos, luego el parque principal del pueblo y al pasar frente a la iglesia, como lo había aprendido de sus padres, dibujo la señal de la cruz sobre su cuerpo.
Aunque iba solo ,caminaba feliz, como niño del campo, no tenia miedo de nada y mucho menos de estar solo, pasó silbando sobre el puente sobre el rio que caudaloso y ruidoso baja desde la montaña, delimitando lo habitable de lo inhabitable de aquel pequeño pero apacible pueblecito sobre los andes colombianos. No había avanzado mas de 300 metros cuando el terreno verde de la otra orilla del rio cambio por completo. Era un lugar solitario, lleno de lodo de arcilla, y formaba pozos profundos que dejaban las máquinas cuando estuvieron explorando el asfalto que allí se encontraba.
Sus ojos se abrieron admirados de ver la gran cantidad del material que él estaba buscando, y se dijo así mismo: Si, en verdad mi amiguito tenia razón, aquí esta la mejor arcilla del pueblo. Tomo su saco para comenzar a recoger con sus manos pequeñas el barro, que con el calor del sol, comenzaba a solidificarse. Al comienzo lo hizo desde la orilla pues no quería dañar los únicos zapatos que tenía y que su madre con gran esfuerzo le había comprado para ir a la escuela, pero observó que el mejor barro estaba más adentro, con prisa se quitó su calzado, dobló la pierna de su pantalón y comenzó a caminar dentro del barro un poco adentro. Muy concentrado en la recolección estaba cuando su piececito de apoyo resbaló sin poderlo evitar. Deseo ponerse inmediatamente de pie, más estaba con el barro hasta la cintura, al comienzo Jairo no se asusto, él ya había experimentado el caminar por trochas llenas de barro, trato de caminar hacia la orilla, mas sus pies no hallaban fondo para afirmarse y su pequeño cuerpo comenzaba a hundirse en aquella maza amarilla y espesa.
A medida que luchaba con todas sus fuerzas, comenzó a hundirse más y más. Comenzó a gritar, con toda su voz, primero a su hermanito, luego a sus amiguitos y finalmente a su mamita, pero nadie oyó su grito desesperado. Cuando el barro llegó a sus hombros miro a los cielos, el azul intenso de la mañana comenzó a cambiar de color a un rojo intenso y los cerros adyacentes comenzaron a dar círculos a su alrededor. La muerte rondaba, no había nada que hacer, con sus ojitos desorbitados por la angustia y cubiertos de lágrimas, perdía no solo fuerzas para luchar, sin la esperanza que alguien le rescataría de aquella trampa mortal. Fueron cerca de 15 minutos que en su corta vida parecieron toda una eternidad. Cuando ya sus fuerzas se habían agotado y no había nada más que hacer, de pronto vino viento fuerte, anormal en aquella mañana quieta y tranquila, esto hizo que una rama seca de aquel frondoso árbol, cayera justo delante de él. Al mirarla sus ojos no lo podían creer, con la ultima fuerza estiro su bracito ya de color amarillo cubierto por el lodo, tomo aquella rama seca y con ésta, logró acercar una raíz suelta que salía de aquel árbol; tomó respiración y recibió fuerzas, luego, con sus dos brazos alcanzó a tomar la raíz y poco a poco comenzó a liberarse de aquella maza de muerte que amenazaba con devorarlo para siempre. Centímetro a centímetro se arrastró con la ayuda de aquella cuerda salvavidas que la omnipotencia de Dios le había tendido en el último instante cuando todo parecía terminado.
Exhausto pero feliz, con sus ojos llenos de lagrimas, miró al cielo, abrió su boca le dio gracias a Dios. Extenuado y sin fuerzas, se sentó al rayo del sol a la rías de ese árbol y se quedó dormido.
Pasaron cerca de un par de horas, su cuerpecito se estremecía, comenzó a despertar, pensando que había tenido una terrible pesadilla, pero cual sería su tremenda sorpresa pues al abrir sus ojos, y mirar a su alrededor, descubrió el saco en el que había acumulado un poco de arcilla, allí estaba con barro seco. Enseguida observó la peseta de barro, las huellas que salían de allí, el pedazo de rama seca, la raíz que le sirvió de lazo salvavidas para rescatarlo y finalmente él mismo se encontraba allí mirando. Se miro luego, de arriba hacia abajo, estaba como una momia, el lodo amarillo sobre su ropa se había secado y por consiguiente se había endurecido, trato de levantarse y con un poco de esfuerzo lo consiguió.
Lo primero que pensó es como volver a su casa, deseaba estar junto a su mamá, aunque sabia que ella no estaba en casa, no importa llegaría a donde estaba su amado hermanito Mario para recibir un abrazo. Pero, como hacerlo?, Jairo debía atravesar todo el pueblo para llegar a su casa, sus ropas estaban completamente como un yeso y él era irreconocible.
Se sentó nuevamente y se reprochó haberse ido solo, lloró un tiempo más y luego escuchó las aguas del río que a 10 metros bajaba raudo. Como un resorte se levantó, camino esta distancia y con cuidado sumergió primero sus piernas y brazos, se lavó su rostro, pero aun así seria muy vergonzoso atravesar el pueblo de esta manera. Miró a todos los lados y estaba completamente solo, entonces se despojó de sus ropas y las lavó en la fría pero cristalina agua que allí corría. Extendió sus ropas sobre una roca y espero casi el resto del día para que ésta se secara al rayo del sol, mientras miraba al cielo y daba gracias al Dios del cielo que con aquella rama y aquella raíz lo había salvado de la muerte. Luego se vistió con su ropa aun húmeda y volvió ya al atardecer a sus casa donde su hermanito quien con muchos reproches lo recibió. Si contaba, el castigo que recibiría de sus padres cuando su hermano les dijera sería el más grande, por esto, tuvo miedo de decir su historia y guardó en silencio este secreto por mucho tiempo.
Su nueva vida en Cristo
Mas ahora, después de tanto tiempo, agradecido esta aquel que ahora es hombre, por el milagro que ha recibido. Un plan, un propósito trazado está para su vida. Primero el experimentar en su vida un nuevo nacimiento, el espiritual, luego una experiencia diaria con Jesucristo, junto con un llamado de Dios para servirle en su reino.
Así como el mismo Pablo o Pedro, o, cualquiera de aquellos que Jesucristo llama a servir; Jairo ha experimentado muchas victorias llevado y guiado por la mano de Dios, más también imperfecto como ellos han experimentado momentos difíciles en su vida ministerial. Así como de niño experimento como Dios le recató de la boca de la muerte, así también en su vida como siervo de Jesucristo, ha vivido momentos de gran tribulación y dolor, tiempos de prueba, tiempo que pudieron haber terminado con su vida de servicio en el reino de Dios y que a continuación me permito compartir solo para la gloria de Dios, ya que él me ha enseñado a vivir y depender de él, a esperar en él y caminar en él.
Hace un tiempo atrás este siervo estuvo pasando por un tiempo muy difícil y en medio de su angustia clamaba a Dios haciéndole estas preguntas:
¿hasta cuando ho Dios?.
¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
Con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?
Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;
Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.
Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.
Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi corazón se alegrará en tu salvación.
Cantaré a Jehová,
Porque me ha hecho bien
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
Con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?
Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;
Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.
Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.
Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi corazón se alegrará en tu salvación.
Cantaré a Jehová,
Porque me ha hecho bien
No era para menos mi vida se derrumbaba en la incertidumbre, veía como mi fe que aparentemente estaba fuerte se debilitaba.
En un momento de mi vida ministerial, me descuide personalmente en mi comunicación con Dios, en mi cuidado y alimento espiritual, debilitándome de gran manera hasta resbalar y caer miserablemente. En mi vergüenza me separé de todo. Pero mi más grande error fue poner mi confianza en las manos de los hombres más que en Dios mismo.
Cuando me halle en lo mas bajo del valle profundo, comencé a gritar a Dios, me volví a él, mas mi alma sentía que Dios me había abandonado, que su rostro se había ocultado de mi y mi tristeza era diaria, era como haber llegado en la oscuridad caminando por un largo y oscuro túnel, haciendo todo el esfuerzo y cuando pensé llegar a la boca de este y encontrar una salida de luz, encontré una pared sin salida.
Entonces allí gritaba muchas veces de rodillas en mi oficina, otras en las vigilias de la noche sobre mi almohada: “Mira, respóndeme oh Dios mio! Alumbra mis ojos”. Es que en verdad muchas noches en aquel tiempo difícil no desee despertar. Sabía que la acusación estaba esperándome y por lo consiguiente el dolor de haber caído y faltado era cada vez mas intenso. Quise luchar pero no tenia fuerzas, poco a poco me debilite más y más. En las personas que en un momento había puesto mi confianza para una restauración, las que una vez me juraron lealtad y amistad ya no deseaban ni siquiera saber de mi, todos se retiraron de una en una, me voltearon la espalda, me quede solo, únicamente con lo mas sagrado que Dios me dio: mi esposa y mis hijos y el abrazo de amor de mis pequeños nietos.
Estando en esta tremenda y penosa etapa de mi vida pensé que no había más por que luchar, que todo había llegado a su final y que Mi Señor se había olvidado de mí. Entonces es cuando Dios muestra su verdadera gracia, esa gracia que un día prediqué, pero que no había entendido por completo, ahora mi mismo Cristo venia a mi con esta gracia inmerecida, por su puro amor. Poco a poco descubrí que era todo lo contrario, mi Cristo estaba allí, me tenía en sus brazos de amor. Cuando no había nada que saciará mi angustia, volví a su palabra, recibí hambre, sed y gozo por ella, me acerqué a sus promesas, recurrí a su gracia y a su misericordia, acordándome que antes de él aplicar justicia, provee en misericordia, me fue al Salmo 51 y me consideré como David, me halle como él en medio de aquel terrible dolor y entonces le pedí con lo más profundo de mi corazón: “Crea ho Dios en mi un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mi. No me eches de delante de ti. Y no quites de mí tu santo Espíritu. Ho Dios mio vuélveme el gozo de tu salvación”. Entonces allí mismo, le prometí delante de su altar de gracia: Señor mio, enseñaré a los transgresores tus caminos, no me avergonzaré de tu santo evangelio pues este es poder de Dios para salvación, publicare tu verdad y nada más que tu verdad. Señor iré a donde tu me envíes, con quien tu me envíes.
Hoy después de haber pasado ya un tiempo de esto, doy gracias a Dios por su eterno amor y fidelidad, los tiempos han cambiado, donde había lamento, ahora hay fiesta, hay gozo, donde había flaqueza ahora hay fortaleza, donde había encierro ahora quiero ser visible y publicar su nombre en fin mi vida cambió , ahora me estoy gozando en mi Señor, desde el amanecer hasta el anochecer le tengo en mi pensamiento, he puesto su palabra en mi boca, creo el 100% en su promesa fiel. No me importa el comentario de la boca destructora, del que divide, del que se cree santo sin serlo. He decidido no mirar a mí pasado ya que si Dios dice que ya me perdono y no se acuerda de él, no tengo porque hacerlo yo.
El Señor a quien sirvo, ha puesto perdón en mi corazón para perdonar a quienes aprovechando mi caída se ensañaron contra mí, he dejado la justicia en las manos de mi justiciero. El mismo me da cada día un poco mas de humildad para pedir de corazón perdón a los que con mi actitud fallé y lastimé.
Yo se en quien he creído, él es quien me sustenta, él fue el quien me llamo con llamamiento santo, a el serviré con amor el resto de los días de mi vida, ya que fue él quien me restauró, fue él quien me levanto del hueco, quien limpio mis heridas y perdonó mis culpas. Solo en el pondré mi mirada y solo en el confiaré.
Soy consiente que soy imperfecto, quizá el mas imperfecto de los hombres, pero así mismo sé que estoy en sus manos y que el esta haciendo su obra en mi. Ahora tengo testimonio propio de mi imperfección y de su gracia abundante, lo que antes predicaba como un conocimiento, ahora lo hago con una vivencia propia, la gracia de Dios no es simplemente una doctrina más como algunos dicen. La gracia de Dios es la vida de un creyente imperfecto en las manos de un poderoso y amoroso Dios, que levanta al caído, consuela al triste, que no acusa sino que perdona, que es fiel a su promesa.
A pesar de las pruebas y momentos difíciles, sigo adelante en procura de la meta que Dios me ha dado, gozándome aun en medio de tribulaciones para que sea Dios el único que lleva la gloria. Él es quien rescato y rescatará mi vida, el me guardará y junto a el llegaré a la meta final del supremo llamamiento.
Creo en su promesa que la obra que el comenzó en mi la llevara a termino, que lo postrero será mejor que lo primero, que me ha llamado para una obra poderosa, que el estará conmigo hasta el fin, que permanecerá, me acompañará y me dará descanso. Él es mi pastor y nada me faltará. Te amo Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario